Si hay algo que hoy en día necesitamos desarrollar en medio de tanta tecnología… es la voluntad.
Voluntad de hacer armoniosamente, con ritmo y perseverancia. Necesidad de que nuestro pensamiento crezca a partir del trabajo manual activo…
El desarrollo integrado del niño -incluso del niño del adulto en formación- requiere del estímulo simultáneo y equilibrado de la cabeza, el corazón y las manos. Son las manos disponibles las que nos realizan como humanos. Y el hacer con sentido genera la posibilidad de conducir la inteligencia, que es, a la voluntad, lo que la herramienta al sujeto. No hay inteligencia al servicio de lo humano sin una voluntad educada capaz de gobernarla.
Por eso las labores, en forma graduada a partir del vellón de lana y el pompón, el telar, el tejido, el fieltro, dando forma al juguete sano, a los personajes de los cuentos de mesa, a las marionetas…
La urdimbre y la trama serán realidades cotidianas de nuestro trabajo social, dejándonos el arquetipo sedimentado del corazón colectivo que como época tenemos que desarrollar.
«No tenemos en nuestras manos
la solución de los problemas del mundo.
Pero frente a los problemas del mundo,
tenemos nuestras manos.»
Mamerto Menapace